Introducción.
I.
Aunque los romances hablados en la península ibérica vengan derechamente de la lengua latino-rústica, no es menos cierto que se hallan plagados de voces exóticas de todo origen y procedencia.
Árdua y dificilísima empresa es la de clasificar la parte que de estos vocablos peregrinos corresponde á cada cual de los idiomas, que en el curso de los tiempos se hablaron en ella; pero bien puede asegurarse que la más granada y copiosa toca de derecho al árabe. Y no ha de explicarse este fenómeno, como quiere Mr. Engelmann [1], por la superioridad de la civilización muslímica sobre la hispano-latina; porque, si de tan debatida cuestión se hubiere de juzgar por este solo dato, habría en definitiva que dictarse el fallo en pro de la segunda [2]. Es más; la incorporación á nuestras hablas vulgares del mayor número de voces arábigas tiene lugar en una época en que los mismos autores musulmanes reconocen explícitamente la hegemonía y principado de la cultura hispano-cristiana sobre la suya propia [3]. Por
- ↑ V. Glossaire des mots espagnols et portugais derivés de l'arabe por el Dr. W. H. Engelmann, Introduction, p. I y II de la 1.ª ed. y 1 y 2 de la 2.ª
- ↑ V. Simonet, Glosario de voces ibéricas y latinas usadas por los mozárabes y los árabes.
- ↑ «Todo pueblo que vive frontero de otro, cuya superioridad reconoce, adquiere estos hábitos de imitación. Esto sucede en nuestros dias (siglo XIV) con los árabes andaluces, los cuales, á consecuencia de sus relaciones con los gallegos (los cristianos de Castilla y de León), además de sus trajes, de sus usos y costumbres, han adoptado la moda de decorar con imágenes ó retratos los muros de sus casas y palacios.» Aben Jaldún, Prolegómenos, I, 267 del texto árabe y I, 307 de la trad. de Slane. V. etiam Aben Aljatib, ap. Casiri, Bibl. Arabico-Hispana Escur., II, 257-8, Dozy, Dict. detaillé des noms des vétem. chez les arabes, p. 2 y 3.