difíciles de atajar, porque encima del sitio que sangra, algún objeto del vestido (por ejemplo, una liga), ejerce una constricción; pero, generalmente una presión suave debajo la herida y la elevación del miembro, después de haber separado la constricción superior, basta para detener esta pérdida de sangre, porque las venas son delgadas y flácidas, y se cierran rápidamente, cooperando á esto y á la coagulación, el hecho de pasar la sangre por esos vasos (tubos), sin impulsión, ni gran fuerza (lámina 58). Debe aplicarse la ligadura entre la herida y el extremo del miembro.
3º Si la sangre es roja y se lanza fuera de la herida en chorro fuerte y á sacudidas, es una arteria la que está herida, y en este caso puede haber peligro de muerte si es grande y no cesa pronto con una compresión sobre la herida (lámina 59).
Si encontramos, que á pesar de la presión sobre la herida misma durante unos momentos, la sangre roja-encarnada á chorro intermitente persiste en escaparse, es porque una arteria ha sido herida, y entonces se puede temer la muerte por hemorragia en 4 ó 5 minutos; pues no se cierran fácilmente las arterias, porque son resistentes y elásticas, y porque la sangre pasa por estos vasos con fuerza por la impulsión del corazón, no dando tiempo para que se coagule la sangre en la extremidad herida.
En este caso es preciso un auxilio rápido, porque no hay tiempo que perder. Para este fin, el único medio verdaderamente eficaz, es una fuerte presión sobre el tronco del árbol arterial, en un punto en que éste pasa superficialmente sobre un hueso y por encima del sitio ó punto herido, y entre éste y el corazón, para impedir el pasaje de la sangre ó disminuir su fuerza y favorecer la coagulación en la herida. Esta compresión puede ser digital, ó por medio de algún tejido elástico, como ser una venda elástica ó una inextensible. Por eso, lo más necesario es que todos sepan comprimir las arterias por medio de los dedos ó una venda. Debe buscarse inmediatamente al médico, ó transportarse al enfermo donde esté aquél.