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Primero trataremos del cuarto del enfermo y su arreglo; el de la cama; del enfermo mismo y las prescripciones del médico, etc., que son á la vez consejos de higiene para las personas sanas, especialmente en los casos de enfermedades contagiosas.

Cuarto de enfermo

El dormitorio requiere todas las condiciones que son necesarias para una buena habitación; porque el enfermo estará allí el día entero, inmóvil en la cama, y aún cuando esté convaleciente no podrá abandonar la pieza por mucho tiempo, siendo ésta su única vivienda; siendo siempre preferible sea el dormitorio á que está habituado.

Si tratándose de personas sanas no se puede consentir ciertas cosas bajo el punto de vista de la higiene referente al dormitorio, donde pasamos casi la tercera parte de nuestra vida, menos aún, podrán aceptarse para el cuarto de un enfermo. Sin embargo, muchas veces, el cuarto elegido para el enfermo, es justamente uno que nigún destino útil pueden darle, por ser muy obscuro, húmedo y poco espacioso; otras veces por necesidad, es en una pieza en la cual duermen muchas personas amontonadas. Naturalmente para las personas enfermas es el peor local que se puede encontrar; cuanto mejor sea la pieza, tanto mejor estará el enfermo.

Ante todo, el cuarto no debe ser demasiado pequeño (lo menos 50 metros cúbicos: es decir 4 de largo, por 3 de ancho y 4 de alto), sino espacioso y alto, porque así, se conserva el aire puro más tiempo. Las ventanas deben ser lo más grandes posible y fáciles de abrir, y siempre alguna rendija abierta día y noche; es necesario abrirlas del todo por algunas horas, especialmente á medio día, cuando el hermoso sol pueda iluminar la pieza; porque así, como las plantas se inclinan alegremente hacia la luz del sol que las hace crecer y florecer; así también, sucede al hombre bajo la influencia vital de la luz, que á la vista de un rayo de sol, obtiene nueva