El canto de las sombras
NOCTURNO DE ABRIL
Sopla un viento otoñal, de la hojarasca que entreteje el techumbre de la acera, surge una letanía solitaria de voces que en la noche se lamentan.
Llora Chopín en las hiladas notas del piano triste que en la alcoba suena, y en el lengnaje mudo de las Sombras converso, del balcón, a las estrellas.
Cuanta hermandad ¡oh, Dios! que semejanza entre mi alma y esta hora enferma, entre mis sueños y el ciclón que pasa, entre mi vida y esas hojas secas! Ñ
Me resisto a creer que en este mundo no han nacido conmigo las tinieblas, que no es dolor de cierzos el que sufro, ni es por mi frío que el follaje tiembla.
Que no soy aquel ritmo quejumbroso que el alma artista del delirio crea,
o el eco encarnizado de su lloro, o el corporal otoño de la tierra.
—98-