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El canto de las sombras
Me resisto a dudar, ya que al pensarlo mie convence de nuevo en mis ideas, la Muerte que suspira en el teclado con la agónica paz de mis tristezas...
Sopla un viento otoñal, de mis recuerdos van a morir las últimas quimeras, y como idiota, sin gemir, contemplo la racha del olvido que las lleva.
A lo largo del muro, los faroles vierten su luz aislada en línea recta, como incendiados ““funis”” que en la noche guían cortejos de beldades muertas.
Y recalcando aquel paisaje triste sobre la calle húmeda, atraviesa como siguiendo un amo imperceptible, el perro hambriento que el tapial costea.