El canto de las sombras
SALMO!
¡Revienta! vientre inmenso de la fecunda tierra, mostrando a todas horas y siempre y por doquier el fruto exuberante que tus entrañas crean,
Y más tendrás de madre y más serás mujer.
Arranca a borbotones el néctar de tu seno en una vía láctea más ancha que la mar, y engendrarás las razas y fundirás los pueblos que de tu mismo polvo te harán resucitar.
Concede a las legiones tu inmarcesible cuerpo en floración perpetua, labrando la equidad; y al concebir tu sangre, hará que vuele al cielo el himno victorioso de la fecundidad.
Y cuando el hombre vuelva de su misión mundana, canosa la cabeza, rendido el corazón, estréchalo en tus brazos con suavidad beata. ¡Tumba! por quien volvemos buscando protección.
Tú tienes cual María, de Dios, aunque procreas, la bendición sublime de la virginidad. Te absuelven de la enlpa las honras de tus venas y emana de tu vida eterna castidad.
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