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El canto de las sombras


PROSTERNACION

Dejad que sueñe! En mi desierta vida no otra ventura terrenal anhelo, que la de oir, flotando en lejanía, la tétrica palabra del misterio.

Ya no podré arrancar a mi pupila la languidez etérea de ese cielo; Dios me la dió y en su quietud se inspira la lumbre de mi vago pensamiento.

Ya no podré a la ensoñación divina huir, si en ella mi latido encuentro;

que hasta feliz, tan joven moriría

para soñar, ¡si es que la Muerte es sueño!

Sublime beatitud que embebecida vives la eternidad de mi silencio, crepúsculo otoñal del alma mía donde la triste juventud paseo.

Quién le dirá a esa fuente que no gima, y a esa mirada astral que tanto quiero, quién le dirá, cuando tan grande brilla, que no alumbre la noche al universo?

Al canto eolio de la selva umbría quién impondrá mutismo, si'en su duelo, mientras haya una hoja que palpita, sobre esa hoja cantarán los vientos?

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