El canto de las sombras
SALOME
...Y la amante de la Muerte, parecía andular en el arpegio de las arpas, y seguir sus melodías con el velo tremolante de las gasas.
Bailó mucho, sobre el claustro de los ídolos, bailó loca de pasión la eterna danza; en la crísis del delirio agitó su desnudez como una esclava;
y sintió como los ojos de la fúnebre cabeza, fijamente la miraban, y corrió sobre aquel pórtico de salvajes impresiones y albedríos, «mbriagada.
Y a la par que ella reía al dintel de la tragedia, en los sesgos voluptuosos extasiábase el tetrarca, como airadas espirales ondearon sus guedejas y en sus giros tuvo aromas de humaredas azuladas.
Después fué la rebelión; junto a su cuerpo relucieron las corazas, y el epílogo siniestro brindó a Eros la levenda de su tarde más macabra.
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