para conocer e interpretar el pasado y en consecuencia, entender nuestro presente. Es imprescindible la descolonización intelectual y cultural para poder construir un futuro “propio-nuestro”. La Toltecáyotl deberá ser la línea de pensamiento que nos permita “recuperarnos a nosotros mismos”. El desafío es llevar esa sabiduría que existe en nuestro interior a planos conscientes del mundo cotidiano y con ella construir nuestro presente y diseñar nuestro futuro.
Cinco elementos son la herencia filosófica de los Viejos Abuelos. Aparentemente están escondidos y camuflajeados en el inmenso sincretismo cultural de nuestros días. Parecen elementos inconexos e intrascendentes cuando los apreciamos sin integrarlos a un todo. Sin embargo, son “la esencia” que distingue a nuestro pueblo milenario y la herencia del pensamiento filosófico en la vida diaria. Los elementos culturales que hemos heredado de nuestra antigua filosofía son: “la alta vocación espiritual y mística por la vida, la defensa de la familia y sus valores, el inconmensurable amor por la naturaleza, el infatigable espíritu constructor y el permanente optimismo por la vida”.
En efecto, la herencia más importante y valiosa de los Viejos Abuelos no se encuentra en la materia. No está en las zonas arqueológicas, los museos o en los metales precisos. Se encuentra en cambio en la percepción espiritual del mundo y de la vida. En los valores, principios, sentimientos, actitudes, tradiciones, usos y costumbres, que han ido cambiando y amoldándose en estos cinco siglos de colonización, pero que mantienen viva la esencia de una civilización que no ha muerto. Está viva en el conglomerado de pueblos y culturas del Anáhuac de nuestros días. Entre el sincretismo y las apropiaciones, no sólo de la cultura occidental, sino de África y Asia que también la han enriquecido. 145