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Página:Historia Verdadera del Mexico profundo.djvu/146

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12. EL COLAPSO DEL PERÍODO CLÁSICO.

El final del llamado período Clásico superior, es hasta la fecha, uno de los grandes misterios de la humanidad. En efecto, todo el esplendor que por más de mil años se había dado en el Anáhuac y que fue precedido por casi seis mil años de período formativo, llamado período Preclásico; fue misteriosamente truncado.

Al mismo tiempo, en todo el Cem Anáhuac, los hombres y mujeres de conocimiento, destruyeron ellos mismos, los milenarios centros de investigación y enseñanza que ahora conocemos como zonas arqueológicas. Las cubrieron de tierra y literalmente desaparecieron sin dejar rastro arqueológico alguno.

¿Por qué lo hicieron, a dónde fueron, cómo lo hicieron? Es un gran misterio. Lo cierto es que los seres humanos que vivían en estos lugares, desaparecieron y dejaron en la orfandad intelectual, espiritual y cultural a los pueblos que vivían guiados por su sabiduría y conocimiento. En la memoria histórica de los pueblos del Cem Anáhuac, se recuerda este hecho a partir de que las fuerzas contrarias a la luz, vencieron a Quetzalcóatl, por lo cual tuvo que salir del Anáhuac, dejando la profecía que regresaría el año uno caña para de nuevo instaurar su gobierno de sabiduría, equilibrio y armonía. De esta manera termina el período de mayor importancia y esplendor del México antiguo, aproximadamente entre el año 850 y 900 d. C.

“Pero, a pesar de la extraordinaria organización social y política que supone el esplendor Teotihuacano, a mediados del siglo IX d. C. sobrevino su misteriosa, y hasta ahora no explicada ruina. Esta no fue un hecho aislado y excepcional. En el mundo maya ocurrió por esos tiempos algo semejante. La ruina y el abandono de los grandes centros rituales de Uaxactún, Tikal, Yaxchilán, Bonampak y Palenque, tuvo lugar en una época muy cercana al colapso de Teotihuacán. Y hay que confesar que hasta la fecha no se ha podido explicar de modo convincente la causa de esto que pudiera llamarse muerte del esplendor clásico del México antiguo.” (Miguel León Portilla. 1961)         146