Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/142

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Anímanse con esto los cortesanos, y hasta los viejos anhelan la instruccion; y los que no pueden leer los clásicos en el orijinal, buscan con ánsia las traducciones. Vierte el cardenal Mendoza, la Eneida y la Odisea, á Valerio Máximo y á Salustio, para uso de su padre; Diego Lopez de Toledo, los Comentarios de César; Alonso de Palencia las Vidas de Plutarco; el arcediano de Búrgos, á Juvenal y al Dante; Jorje de Bustamante, á Justino, á Floro y á Heliodoro; y el P. Alberto Aguayo los escritos de Boecio. Acepta gustosa para fomentar la erudicion las dedicatorias de la de Josefo, por Alonso de Palencia; de la Gramática de Lebrija; la del Vocabulario de Rodrigo de Santailla, y la de las Tablas astronómicas de Alonso de Córdoba, y ordena al docto Diego de Valera que escriba el Compendio de la historia jeneral de España.

Entónces los señores se avergüenzan solo de no saber, y Fernando Enriquez y Fadrique de Portugal acuden á Salamanca, de cuya universidad era catedrático don Gutierre de Toledo, primo del rey, y en la que Velasco, heredero del gran condestable de Castilla, esplicaba á Ovidio y á Plinio ante un numeroso auditorio.

Alburquerque, Alba, Medina-Sidonia, Villena, Vélez, Astorga, Benavente, Castro, Altamira y Manrique se familiarizan con las musas, y una vez desvanecida la prevencion contra la aptitud literaria del bello sexo, las damas disputan á los caballeros los laureles de Helicona.

Lucía de Medrano, comentando á los autores antiguos en las aulas de Salamanca, competia con Francisca de Lebrija, cuya elocuencia se admiraba en las de Alcalá, é Isabel de Vergara y Maria Pacheco tenian fama tambien de buenas hablistas. La crónica de Juan Vaseus dá testimonio de que habia un gran número de mujeres versadas en la literatura griega