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Con el corazon tranquilo y el espíritu libre de aquel inocente, se despidió del venerable guardian, y acompañado de sus oraciones se puso en camino para Córdoba.


II.


La jenerosa hospitalidad, el amor y el amparo que encontró Colon en este monasterio lo han hecho interesante para la historia, y caro para los discípulos de san Francisco. Nuestros amigos de la Orden Seráfica nos agradecerán les demos algunos detalles descriptivos y exactos del convento de la Rábida.

En aquella época se componía de dos claustros interiores, y tres pequeños edificios anexos al principal. La iglesia en forma de cruz tenia tres capillas, y la rodeaba una cerca formando en el centro un patio. Encima del altar mayor se levantaba una cúpula redonda, y blanqueada, que tenia en su circunferencia un pretil con agujeros en su base, y desde cuya altura se dominaba por un lado el majestuoso Océano, sirviendo al mismo tiempo de señal á los barcos costaneros, y por otro una dilatada campiña, que se estiende desde los llanos que riega el Guadalquivir á las montañas de Portugal.

La desnudez de las paredes, la falta de estátuas, de cuadros, de frescos, de lámparas, de oro y plata estaban en armonia con la sencillez de los claustros, y la pobreza arquitectónica del conjunto. Parecia no contener mas de una docena de celdas, sin contar la del prior, y la biblioteca, que el refectorio y la cocina estaban en un pequeño edificio de forma oval, añadido por la izquierda. Un paredon, resto tal vez de una antigua muralla contra los moros de España y los merodeadores de Portugal, cuya vecindad era temible, en-