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HISTORIA DE LA

paracion. Este rasgo de imajinacion les acerca á los pueblos orientales ^ que, como se sabe, hacen consistir la poesía en el uso exajerado de la me- táfora. Así es que Orbigny oyó decir" á un Indio , con referencia á una mujer de jenio áspero , que era mala como la guindilla. Representan la Cuerea mediante uoa carreta con su tiro, y el valor con un corazón de toro. Para espresar que alguno de los suyos ha tenido miedo en presen- cia del enemigo , dicen jocosamente que han temblado sus espuelas. Es- ta propensión á las imájenes retóri- cas y á la exajeracion, no escluye en ellos la rectitud de juicio y la conci- sión en la manifestación verbal de sus ideas. Tienen, por ejemplo, dos espresiones, perfectamente exactas, para designar la falsedad de las pa- labras, y la falsedad de las acciones: el que acusan de la primera es hombre de ilos lenguas , y el otro hombre de dos corazones. Para dar á entender en cierta ocasión que los caciques hablan obrado con toda franqueza y de buena fe , decia un indíjena : « Los Caciques no tienen dos corazo- nes. Tienen uno, y nada mas.» Todo esto indica á un tiempo en aquellos Indios una gran lóiica y un instinto poético indisputable. El hábito de cazar, y la necesidad de dirijirse durante sus largas es- cursiones por el sol y las estrellas , fueron el oríjen entre los naturales de aquellos paises de algunas ideas astronóiíiicas. Aquí encontró tam- bién en que eíercitar su inclina- ción á la poesía: trasformaron la parte del firmamento que les era co- nocido , en^ un inmenso cuadro re- presentando la caza del Indio. De este modo la via láctea no fué para ellos el camino recorrido por la ca- bra Amaltea , sino el del viejo Indio cazando el avestruz. Los tres revés fueron las bolas (tapoiec) que echa- ba á dicho páiaro , cuyos piés son la cruz del Sural paso ^ue ]^& manchas australes de la via láctea tínicamen- te son á sus ojos unos montones de plumas formadas por el cazador. Es- tas • alegorías injeniosas , que valen tanto como las graciosas fantasías del politeísmo griego , no hanestra- viado á los indíjenas del obíeto prác- tico y útil de la astronomía ; así es como han adoptado una división del tiempo muy racional ; han dis- tribuido el aiio en doce mHes, {kech- nina) , y cada año, en la primavera, cuando las plantas empiezan á bro- tar, rectifican y arreglan los dias su- plementarios-. La falta absoluta de documentos nos impide dar una idea completa del sistema astronómico de los sal- vajes de la Patagonia. La lengua patagona es mucho mas gutural que la de los Aucas , difícil de pronunciar y llena de sonidos que nuestras letras no pudieran es- presar. Observaciones recientes in- dican en ella una riqueza y unas com- binaciones dignas de atención. Es un idioma mucho mas rico en nom- bres numerales que ciertas lenguas del continente. Los indíjenas pueden contar hasta cien mil. Verdad es que sus números ciento y mil les han si- do trasmitidos por los Puelches y los Araucanos , quienes los adquirieron delos^ncas; pero esta cantidad de desigjnaciones numéricas no deja de» atestiguar la multi])licidád de las combinaciones de cálculo á que se entregan los Patagones. Goí/^r/io.— El sistema político de estos Indios es de los mas sencillos. La nación está gobernada por un je- fe superior, denominado caras -ken , cuyo poder muy circunscripto se ejerce únicamente en tiempo de paz. Entonces reúne y están bajo su» órdenes todos los jefes subalternos. Eri tiempo de paz se le mira con mucho respeto, pero no goza de nin- guna prerrogativa ni privilejio , de manera que si no proveyese él mis- mo á sus necesidades, ninguno desús pretendidos subditos se cuidara de el. Aun en la guerra, las ventajas de su categoría se limitan á tener ma- yor parte en el botin. Este puesto, tan poco digno de envidia, bajo nin- gún concepto es hereditario. Leyes, — Ningunas tienen esto^ pueblos, de modo que no hay casti- g» señalado para los delincuentes, ada cual vive á su modo , y el mas ladrón es el mas estimado; conside rándole el mas diestro.