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PATAGONIA.

contrar el punto de partida que les /alta para sus especulaciones sobi*e la aDUx)pok)iía. No así en la América del Norte ; porque sabido es que el Indio de aquel hemisferio ha perdido completamente su primera fisono- mía y se ha europizado bajo la in-^ fluencia de la relijion de Jesucristo. Los liurones^ los Algonquinos , los Chactaws, y otros mucnos septentrio»- nales tan miserablemente diezma- dos desde un siglo atrás, ¿han gana- do algo por ventura con aquella mo^ difícacion profunda de su carácter y sus costiunbres nacionales? ¿Quién se atrevería á afirmarlo? Acaso no ha coincidido la introducción del Cris- tianismo en el Nuevo mundo, con la importación de las plagas físicas y morales mas funestas a la especie humana ? Recorred las aldeas india* ñas del Canadá^ y veréis lo c¡ue que» da de las numerosas poblaciones que habitaban aquel pais en otro tiempo: entrad en las cabanas donde la pa- labra de los propagadores de la fe t^tólica ha penetrado , y ved á qué «stado de degradación y miseria es- tán hoy dia reducidos aquellos hom- bres , que causaban admiración á los primeros viajeros p<H* su intelijencia y su intrepidez caballeresca. Sí ; la iniciación de la América en la civili^ «ación ha sidoy es todavía muy dolo- rosa : lo mismo ha sido poco mas ó menos en una parte de Europa : so^ lamente la América se ha rebelado di antiguo mundo en una época en que no podia haber ya igualdad en la lucha que debia trabarse entre los dos colosos ; es decir , al moniento en que el hombre culto podi^ cor- romper y oprimir al homore primi- tivo sin resistencia de parte de este^ La Europa cristiana ha abusado de su superioridad ; y ciertamente bino el punto de vista de la moral social , su ma^or crimen fuera el haber des^ moralizado y despoblado todo un mundo nuevo que la (providencia entregaba á su dominación y á su enseñanza y sus doctrinas. Los Pa* . tagpnes y sus vecinos los Pampas y los de Cnile, han sido favorecidos por la naturaleza de los paises que habitan ; y gracias que tal vez á su alejamiento instintivo en cuanto á nuevas creencias, deben el poder pisar en paz todavía el suelo en que descansan las cenizas de sus padres. Si la cosDK^nia de los Patagones no ofrece una gran variedad de he- chos , ni prueba de parte suya gran- des rasgos de imajinacion', á lo me- nos tiene el mérilo de la sencillez. Dios, dicen ellos ^ entonces jenio be- néfico^ creó los hombres bajo tierra y les dio sus armas. Esplican tam- bién de un modo muy orijinal la aparición en el continente de diver- sasEspecies de animales que eran allí desconocidos antes de la llegada de los europeos. Suponen que después de la creación del hombre, los animales todos salieron de la misma caverna , pero que al punto que el toro se pre- sentó a la puerta espantó de tal manera con sus cuertoos á los hombres, que esf tos la cerraron precipitadamente, y la condenaron amontonando á la entra- da piedras enormes. Mas añaden que cuando tocó el turno á los Españoles, estos dejaron abierta aquella malha- dada puerta , y entóúces salieron el tora, el caballo y todos los animales que hasta entonces estuvieron allí encerrados. Preciso es convenir en que'esta fábula no es mas maravillo- sa que la del Arca de Noé. Jenio nacional , lengua. — A pe» sár de las aserciones absolutas de Pauw y algunos antiguos autores españoles, es positivo qUe los Pa-«> tagones no carecen de intQlijencia y que su jenio nacional merece to^ marse en consideración. Ya se ha dicho que jamás atacan á sus enemi- gos sin que el cacique haya aren-" gado á sus guerreros. Estos dlscur-' sos tienen siempre un carácter dé énerjía muy admirable , y no cédén á los que Gooper pone en boca de sus salvajes del Norte. Los Patagones dan también pruebas de elocuencia en stls entrevistas con los Españoles ó con los caudillos de las tribus ve- cinas; tieüen sobre todo en un grado incomparable el talento de Hablar pincho tiempo sin titubear ni salir de la cuestión ; talento que poseen también los Araucanos. Lo que dis«  tingue su jenio nacional , es una ten- dencia á dfar mas enerjía á lo que di- cen con el uso frecuente de la com-