lacias cHbttzas, y .cuyos costados, im- preguadas de tierra Yejetal,estáu po- blados de verdosos arboles,, iodo aquel fresco paisaje , que se desar- rolla y serpentea á lo largo de la grande arteria de la Palagonia , pre- senta ÜB estraño contraste con los desiertos comarcanos. La población ^e Cársoen podrá ascender á unos seiscientos habitan- tes, compuestos de los primeros co- lonos, U»radore& ó oriadorea de ga- nados , la raayor parte procedentes de las Castilla^, comerciantes de va- rias naciones, negros esclavos, em- pleados como obleeros en los diver- sos talleres, y Gauchos desterrados por crímenes. ElcUma. esiemplado, muy apa- cible durante una gran parte del aoo y sumamente saludanle. Hiela muy poco en el Carmen , y jamás nieva. Sia embargo, jeneralmente Hace mas frío qc^e en ciertas locali- dades situadas á la misma distancia del Equadoreael hemisferio boreal: esta da/ereocia debe atribuirse á los hieloa eternos de los Andes chileñas, V al poco obstáculo q^ue las vastas llanuras de la Patagonia oponen á loa vieotos que soplan de las rejio- nes magallánicas. Las noches en par- ticular son estremad amenté frías á causa de la ausencia del sol, que deja libre la influencia del viento, itnico azote en aquel j^unto privile- jiado. Rara vez llueve en la Patago- nia: loé vientos de oeste que produ- oea la sequedad soplan casi de conti- nuo; y esta sequedad es tal jeneral- mente que casi4l punto queda evapo- rada la lluvia ^ y los.cujerpos de los animales ^ disecan al coutacto del aire , quedando así muchos año& so- bre el suelo misma sin descompo- nerse. El comercio del Cármea consiste en sal recojida en sus salinas natu- rales , ^n cueros , lana de carnero , carne sabula, granos, peletería, plumas de naBdii« frujbas^ tales como manzanas y uvas , aceite de foca , y jamones tan estimados en Buenosr Aires., como lo son en España los de Galicia* Los habitantes hacen también un comercio activo con los Indios, qae á este efecto acuden cor mo enjambres á las cercanías del establecimiento. Por algunas bara- tijas, aguardiente y tabaco, eom- pran á los Patagones los ricos tapi- ces que fabrican con el pelo de km guanacos , zorras , mofetas y avet- truzes; los«4ucas y losFuelches délos Pampas les llevan sus tejidos de la- na , riendas y cinchas de cuero Ire»- «ado , así como hermosas peleterías. La población está gobernada por un comandante militar , delegado y representante del gobierno de ^a/^ nos-Aires , y por un administrador de aduanas. El primero ejerce vm poder absoluto en la colonia , escep^ to en materias de rentas , cuyo ra* mo está á cargo de dicho adminis^ trador que recauda los de todas cla- ses,
No podía dejar de i^esentírse- la
parte de la Patagonia fW)nteriza oon
Buenos-Aires del golpe de la revo-
lución aue hubo ea aquel astado ea
1810. £1 partido republicano triun-
fó, y no tardó en hacer marcharan
cuerpo de tropas contra el Cá,rmea ,
á ñn de apoderarse de aauella colo-
nia. La espedicion tnvo el éxito ape>
tecido sin perder un hombre ; pero
el delegado del gobierno de Buenoa-
Aires abusó de la docilidad de los
habitantes portándose como el d^-
pota mas intolerable ; tomó en reh^
nes cuaUlos. poseían alguna cosa,
arruinó la agricultura coa sus exac-
ciones, y oprimió la población p&r
cuantos medios son imajinables. Es-
ta conducta impolítica debia causar
infaliblemente una reacción : loa ha-
bitantes, exasperado» por las iai-
quidades del comandante , se aso-
ciaron con afán á los proyectos de
dos desterrados Españoles que cons-
pírabau contra la. autoridad repu-
blicaaa' E^cojióse lauy juiciosaaxeo-
te el momento de* la ^ecucioa etn
ÍS12. ]Vfpatevideo estiaba sitiado por
los patriotas , y esto importante ope-
ración inquietaba estraordiaaria-
mente al gobierno revolucionario y
al mismo tiempo que dividía lajb