La joven tenía los ojos sobre un mismo punto de la música. Agregó sin apartarlos:
—Porque lo quería mucho, verdad?
—Si—afirmó Rohan—Me—que—rí—a mucho.
A pesar de su ironía la verdad de su gran cariño lo entregó en otro tumultuoso impulso.
—Se acuerda del balcón?
Me acuerdo contestó, aproximando más la cabeza á la difícil música.
Rohan, con el cielo abierto de golpe, se fevantó, fué á su lado y puso torpemente su mano sobre la de Eglé.
—Me quiere siempre?—le preguntó con la voz baja de emoción. Egle alzó la cabeza y lo miró sonriente y turbada de felicidad:
—Siempre....
Entonces Rohan se inclinó sobre ella, levantóle la cara del mentón y unió su boca á la suya. El beso fué tan largo, tan apretado, que Eglé salió de él fatigada, rendida por ese amor que entregaba al fin en un beso.
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