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Historia de un amor turbio

Después de media hora se levantaron y se asomaron al balcón. No sabían qué decirse de alegría; se miraban riendo.

En la noche clara, la luna alta brillaba, luminosa sobre su inmensa dicha. El jardín, húmedo al fin de rocio, elevaba al cielo su serena esperanza. Mercedes, desde la verja, los vió.

—Por qué no bajan? Está fresco aquí.

—No podemos contestó Rohan.

—No podemos—repitió Eglé.

Mercedes, después de observarlos un momento, habló con la madre y subieron juntas.

XVI A la mañana siguiente Mercedes se levantó más temprano que de costumbre; su hermana dormía aún, la sábana á los pies. Tomó rápidamente el té con leche y bajó al jardín.