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Historia de un amor turbio

Eglé, sin responderle, se levantó con la expresión dolorida.

—Mamá, dile á Mercedes que me deje en paz!

Mercedes!

— Nada, mamá, es Eglé! No se le puede decir nada! Muy bien, quédate con tu amor, te dejo.... pero está segura, mi hija, de que puedes ser feliz tranquilamente!

Toda esa tarde perduró la acritud. Pero al caer la noche fueron juntas á la verja, y los comentarios cambiados forzosamente por hábito trajeron insensiblemente la paz.

XVII Rohan visitaba al principio los jueves, y en los primeros tiempos la semana le parecia horriblemente larga. Los dos días subsiguientes dábanle la sensación de dos días, siempre,