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Historia de un amor turbio

Te he querido; luego la ruptura estaba hecha ya. Eglé se dejó caer sobre el taburete muerta.

—No... mejor es concluír...

Rohan salió, sin ver á la madre ni á Mercedes, discretamente disimuladas. Miró las plantas conocidísimas, la manga abandonada sobre el césped, el banco en que ella había estado sentada sola, ocho días antes se acabó, se acabó... Ya nunca más! Nunca más Eglé lo miraría como antes!; nunca más diría: mi Eglé!...; ya nunca, nunca más terária el dón de verla sufrir por un solo gestc suyo... Y hoy, como la quería! Hoy, que estaba dispuesto á adorarla para siempre, haberla perdido»!

— «Te he perdido, mi alma, mi alna!»murmuraba, llorándose á sí mismo con la voz.

Vió á Eglé, echándose de brazos en 1 piano apenas él se fué, desolada en sus tres meses de esperanzas concluídas con la id: de él.

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