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Los perseguidos

Perdóneme. No sé qué cosa rara pasó. A veces he sentido así, como una fuga inesperada de cabeza. Cosas de loco—agregó riéndose y jugando con la regla.

—Completamente de loco—bromeé.

—Y tanto! Sólo que por ventura me queda un resto de razón. Y ahora que recuerdo, aunque le pedí perdón—y le pido de nuevono he respondido aún á su pregunta. Mi amigo no sicologa más. Como ahora es íntimamente cuerdo no siente como antes la perversidad de denunciar su propia locura, forzando esa terrible espada de dos filos que se llama raciocinio... verdad? Es bien claro.

—No mucho—me permití dudar.

—Es posible — se rió en definitiva. — Otra cosa muy de loco.—Me hizo una guifiada, y se apartó sonriente de la mesa, sacudiendo la cabeza como quien calla asi muchas cosas que podrían decirse.

Lugones volvió y dejamos nuestro tema 13 -