Página:Historia de un amor turbio - Los perseguidos (1908).pdf/214

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
214
Historia de un amor turbio

i Seguía mirándome en los ojos, sin abandonar su sonrisa de amigo franco que quiere dilucidar para siempre malentendidos. Yo ha— 1 bía esperado muchas cosas, menos ese valor.

Díaz me echaba, con eso sólo, todo su juego descubierto sobre la mesa, frente å frente, sin perdernos un gesto. Sabía que yo sabia que queria jugar conmigo otra vez, como la primera noche en lo de Lugones y, sin embargo, se arriesgaba á provocarme.

De golpe me serené; ya no se trataba de dejar correr las moscas subrepticiamente por el propio cerebro por ver qué harían, sino acallar el enjambre personal para ofr atentamente el zumbido de las moscas ajenas.

—Tal vez—le respondí de un modo vago cuando concluyó.

—Usted creía que yo era perseguido, ¿no es cierto?

—Creía.

—¿Y que cierta historia de un amigo loco