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Historia de un amor turbio

do justamente esto y que esperaba, esperaba como una pesadilla ofrme llamar de nuevo!

Y me llamó por segunda vez. Y luego, después de una pausa larga :

—Horacio !

¡Maldición!... ¿Qué tenia que ver mi nombre con esto? ¿Con qué derecho me llamaba por el nombre, él que á pesar de su infamia, torturante no entraba porque tenía miedo!

«Sabe que yo lo pienso en este momento, está convencido de ello, pero ya tiene el delirio y no va á entrar!» Y no entró. Quedó un instante más sin moverse del umbral y se volvió al zaguán.

Rápidamente dejé la mesa, acerquéme en pun—:

tas de pie á la puerta y asomé la cabeza.

  • Sabe que voy á hacer esto». Siguió sin embargo con paso tranquilo y desapareció.

A raíz de lo que me acababa de pasar, aprecié en todo su valor el esfuerzo sobrehumano que suponía en el perseguido no haberse