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Historia de un amor turbio

hacia el portón. Mercedes, el busto erguido, cruzó la sombrilla sobre las rodillas, como si fuera en el medio en carruaje. Tenía la mirada febril y se mordía nerviosamente la parte interior del labio. Rohan miró el reloj.

—Cuándo va á vernos, Rohan!—quejóse la madre, aunque en verdad la queja era por el calor que hervía dentro de su enorme corsé.

—Hace quince días que ha desaparecido. Está enfermo otra vez?

—No, señora, iré pronto.

—De veras?

—Sí, mamá, mañana—apoyó brevemente Mercedes.

—Lo esperamos uno de estos días?—continuó aquélla sin hacer caso de su hija.

—Mamá, te digo!..... sacudió la cabeza impacientada.

—Muy bien, iré mañana, señora. Como su señorita hija tiene especial empeño en que vaya.....

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