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Historia de un amor turbio

á pesar de la tortura del cuello que lo congestionaba, del pantalón que bajo el chaleco lo ceftia hasta el pecho, ahogándolo. Sentíase felicisimo con la ocasión de un hombre raro que no se ofendía de sus risas.

—Sí, el otro día lei un artículo... Astorga, eh? Tolstoy, eh? Qué bueno!

Y a pesar de todo era un buen muchacho quien le hablaba, lo que hacía pensar como siempre á Rohan en la dosis de corrupción que se precisa para convertir en ese imbécil escéptico un honrado muchacho.

Por ventura, Juárez había pasado á mejor tema. Informó á Rohan—en diez minutos—de una infinidad de cosas que á éste jamás se le hubiera ocurrido averiguar. Parecía ser que Méndez Zabaleta había vuelto de Europa antes de los dos años que pensaba emplear en su viaje. Que el subsecretario de Obras Públicas—no recordaba quien se lo había di cho...había sido con sus amigos todo, me-