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Historia de un amor turbio

nos lo que estos justamente esperaban de él.

Que el Rowing mantendría dos meses más la cuota baja...

Rohan lo oía como se oye de lejos, cuando uno está distraído, la charla de los peones que trabajan en la chacra. De pronto Juárez notó que su amigo fijaba insistentemente los ojos en cierta dirección y se calló, mirando á su vez.

Dos muchachas de luto avanzaban por la vereda de enfrente. Caminaban con la firme armonía de paso que adquieren las hermanas, el cuerpo erguido y las cabezas serias y decididas. Pasaron sin mirar, la vista fija adelante. Rohan las siguió con los ojos.

—Son las de Elizalde—dijo Juárez, bajando á la calle para estorbar menos y conversar mejor. Qué tiempo que no las vela! Las conoce?

—Un poco.

—No lo vieron. Son monas chicas, sobre