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DIEGO DE ROSALES.

Subieron asta 51 grados, reconocieron grandes averturas y quebradas del mar, y acometiendo a entrar por vna que estaba murada de altissimas sierras nevadas, que verdaderamente era la angostura sombria del estrecho, ventilaron sobre su conocimiento con cerrada porfia los Pilotos y marineros, especialmente un flamenco que avia passado en la jornada de Magallanes y se preciaba de que conocia aquel parage. Este aseveró no ser aquella la entrada; venció su opinion a la de todos, y desatentados discurrieron por aquellas mares asta que no pudiendo contrastar con las tormentas, volvieron la proa a Chile, y despues de seis meses coxieron el puerto de Valdivia, sin mas effecto que el merito de obedecer y el conocimiento de los archipielagos de Chiloé y de los Chonos.

Otro viage se hizo al mismo estrecho por orden y disposicion de don Garcia Hurtado de Mendoza, Gobernador de Chile, hixo del Marques de Cañete, Virey del Perú. Este caballero, afortunadissimo en sus enpresas y cometa del Chileno Marte, envió el año de 1558 dos navios y en cada uno treinta soldados españoles, y por su cabo, con titulo de general, al Capitan Juan de Ladrillero, y por Almirante a Francisco Cortes de Oxeda, vecino de la nueba ciudad de Osorno y cosmografo de mucha ciencia y experiencia; siguióles a su costa con otra nave Diego Gallegos, piloto de mucha fama. Alzaron anclas en el puerto de Valdivia, y con propicio tiempo costearon todas las Islas de Chiloé y los Chonos. Desembarcaron diez soldados en tierra firme en altura de 45 grados y la nombraron puerto de Santo Domingo, el qual está muy señalado con una cordillera cortada de diferentes picachos, apartados unos de otros con tal diminucion que paresen organos. Trageron presos dos indios, y comunicándose por señas delineó el uno con carbon un fuerte, dando a entender que en el estrecho le avian fabricado los españoles, y segun entonces se discurrió, fue el aloxamiento de la gente perdida del Obispo de Placencia.

Prosiguieron su navegacion, topando cada dia manifiestos peligros en mar tan confuso y enlazado de islas, arrecifes y promontorios. En vno de ellos padeció naufragio Diego Gallegos, por lo cual le dieron su nombre a aquel parage y le llamaron La Punta de Gallegos: guaduóse en 47 grados. Recogieron las otras naves la gente y pertrechos navales, Jiraron la vuelta del sur y alláronse en 50 grados, y a la vista de las serranias nevadas del estrecho les sobrevino tan furiosa borrasca que los abarrajó a tierra, donde se perdieron sin saber unos de otros. El general Juan de Ladrilleros fabricó del casco del navio roto un barco mastelero, que passó el estrecho hasta la última voca que linda en el mar del Norte. Alli se perdió, aunque salieron casi todos a tierra, en donde perecieron de ambre, excepto Ladrilleros y otro español que con notable valor y denuedo caminaron por la falda de la cordillera, y venciendo infinitas dificultades y continuos riesgos de la vida, llegaron a Valdivia, despues de vn año y quatro meses de peregrinacion por caminos inacesibles de sierras, bosques, rios, raudales y cienegas, caminando, y comiendo ierbas, rayces de arboles, fieras que casaban i muchas sabandixas inmundas.

Mejor fortuna experimentó el Almirante Ojeda, porque sacando a salvamento su gente, los sustento todo el imbierno con caza de aves terrestres y marinas, mucho marisco y pescado, y algunas vezes hazian monteria de leones, venados y otras fieras. Entretanto labró un barco y entrado el verano se hizo a la vela, y sin perder un hombre dió fondo en Valdivia tres meses