cho por entre las dos cordilleras o por la falda de ellas. Y sin duda son los que refirieron Oviedo y su compañero, que dijeron ser indios del Perú, sin mezcla de otros, que como se retiraron tantas familias se conservaron sin necesitar de mezclarse con los Puelches de Chile, que habitan por aquellas cordilleras.
Gobernando este Reyno el Mariscal Francisco de Villagra, ubo noticias grandes desta poblacion de Españoles en el estrecho y de los indios del Perú que por ay están poblados, porque yendo a la cordillera a hazer una escolta de yeso el Licenciado Altamirano, que era Maestro de Campo y lugar-teniente de Villagra, cogió un indio Puelche con su familia, y examinándole de varias cosas, dió noticia de estas poblaciones diziendo que las avia visto y estado en ellas; y enviándole el Maestro de Campo con una carta para el Capitan del navio Sebastian Arguello, fué y no volvió mas.
En la ciudad de Valdivia estubieron tan vivas las noticias de los Españoles que estaban poblados hazia el estrecho y causó tanto deseo en muchos de descubrirlos, y tanta compasion de ver que despues de tantos años abrian perdido las noticias de Nuestra Santa fee, que se juntaron muchos para passar la cordillera por la Villarica, i siguiendo el camino que avian trahido Pedro de Oviedo y Cobos, no parar hasta hallarlos y hazerles ese bien, que se comunicassen con los Españoles de Chile y tubiessen sacerdotes que les administrassen los sacramentos. Juntaron para esto los pertrechos necesarios de armas, municiones y bastimentos; eligieron por Gobernador a Pedro de Espinosa: nombró Maestro de Campo, sargento mayor y capitanes para la jornada, y estando las prevenciones ya dispuestas, tubieron noticia de la jornada y intentos de los vecinos de Valdivia los Oidores que residian en la ciudad de la Concepcion, donde estaba la Real Audiencia el año que esto sucedió, que fué el de 1577, los quales embiaron a conocer del caso a un Oidor, que fué el Licenciado Torres de Vera, que aviéndoles hecho la causa, condenó a cortar las cabezas a todos los cabos y personas principales de esta jornada, y sin que les valiessen las protestaciones y exclamaciones que hirieron, ni el buen celo con que dezian que avian intentado aquel viage de socorrer a sus hermanos los Españoles que se avian perdido en el navio del Obispo de Placencia, y procurar el bien de sus almas, en que intentaban hazer un servicio muy grato a Dios Nuestro Señor y a su Rey, se executó la sentencia y les cortaron las cabezas. ¡Lastimosa tragedia! y quizá ubiera sido mejor enderezarlas que cortarlas.
No solo este Reyno estubo lleno destas noticias, sino todo México y las Filipinas, que como por allá se derramaron los catorze hombres del vareo que despachó el capitan Sebastian de Arguello, esparcieron por todas partes la nueva del lastimoso sucesso de aquellos Españoles que quedaron en el estrecho esperando algun navio que los fuesse a socorrer. Y quando vino de Filipinas a gobernar este Reyno de Chile don Lope de Ulloa y Lemus, como desde allá trahia estas noticias y era de altos pensamientos, y como noble compasivo, juntando las que aquí adquirió, se conmovió a favorezer a aquellos Españoles, y tratando los medios y conociendo que lo primero era saber donde avian hecho assiento, y informado que por Chiloé se podia ir con embarcaciones a reconozer el estrecho, por estar aquella provincia tan cercana a él, y tomar lengua desta poblacion, encomendó esta diligencia y encargó la buena espedicion de ella