CAPITULO XXIV.
Usaron estos indios de Chile desde sus principios el vender las hijas, y los hombres el comprarlas y dar el dote, no a las mismas mugeres, sino a sus Padres y a toda su parentela: con que viene a ser como una compra, pero no tan rigurosa que no le paguen tambien al marido, los Padres y los parientes, lo que da por ella, con otra correspondencia, entre ellos de mucha estima, que es la chicha, para beber, que es como la cerbeza o el vino. El que mas tiene y mas puede entre estos indios, tiene mas mugeres, sin que en esto haya mas límite ni estrechura que el de el caudal para comprarlas i las costillas para costearlas la primera vez, que una vez sacadas de la costilla no son ellas por si costosas, porque no gastan galas ni arreos, antes le son provechosas al marido, porque le sirven como esclavas y ellas le visten y le tegen y hazen todos los oficios domesticos. Lo ordinario es tener cuatro o seis mugeres, y los caciques mas principales y mas ricos a diez y a veinte, y su mayor grandeza la ponen en tener mas mugeres. Esto observan oy todos los indios de guerra, y los que dan la paz es con esa condicion, que ni los gobernadores ni los sacerdotes les han de quitar las mugeres, porque sobre eso volverán a tomar las armas. Y assi se les tolera, hasta que Dios dé mas fuerzas a las armas españolas, y a ellos les alumbre para que conozcan su engaño.
Con la facilidad que se casan deshazen tambien el contrato, que como fué de venta, en enfadándose la muger del marido, le dexa y se vuelve en casa de sus Padres y haze que le vuelvan la hazienda que les dió por ella: con que deshecho el contrato queda tambien deshecho el casamiento. Y tambien le suelen deshazer ca-