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Página:Historia general de el reyno de Chile - Tomo I.djvu/36

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XXVII
HISTORIA DE CHILE

luego asaltar el fuerte, i estando con ellos se me llegó uno cerca, al disimulo, i me avisó de lo que intentaban. Con esto hize traer un poco de vino para brindarles i dejándolos divertidos con él me escapé al disimulo i me metí en el fuerte. I despues los indios se pelaban las barbas, porque decian que los padres sustentaban aquel fuerte, fortalecian i animaban a los españoles, que si no fuera por ellos ya lo hubieran ganado."

XXXIX.

La dilijencia de los dos conversores no se estendia únicamente a la defensa militar, sino que estaba especialmente a su cargo la provision i mantenimiento del pueblo. En este servicio, que el castellano Aguiar habia dejado al cargo esclusivo de los padres, hicieron éstos verdaderos prodijios i aún milagros mas positivos que el del sudor de nuestra señora de las Nieves en el calor de la primera batalla. Baste decir que nunca faltó carne en el asedio, i que en una sola noche, a fuerza de maña i de oraciones, lograron hacer entrar en la plaza por medio de partidas volantes hasta ciento i sesenta reses, es decir, a razon de tres vacas por cada soldado de la defensa.

XL.

Pero entre tanto pasaba todo esto, que reflejaba tan vivas glorias sobre los defensores de Boroa, habíase enterado un año cabal de denodada resistencia, i de parte alguna no se veia venir el suspirado socorro. Todo lo contrario. Estando a las falaces noticias de los indios, el pais habia dejado de ser español i cristiano, i todo lo que quedaba de la corona de Castilla en el reino de Chile era aquella piedra de granito engastada en sus selvas primitivas por un círculo de heroicos arcabuces.

A su vez los pobladores de Santiago i de Penco albergaban la profunda i natural conviccion de que el pequeño reducto de Boroa habia sucumbido temprano, como todas las plazas fuertes de la frontera, a manos de sus implacables i victoriosos enemigos. Si Arauco i Nacimiento, las dos gargantas de fuego i de granito de las dos fronteras, alta i baja, habian sucumbido, ¿cómo podia haber quedado en pié la pobre estacada de Boroa? La memoria de Juan Rodulfo Lisperguer, con su desbarato i su dolorosa muerte, se representaba otra vez viva a la consideracion de los infelices pobladores del reino.

{t3|XLI.}}

Entre tanto, mudanzas de mucha consideracion habian ocurrido para el último durante aquel largo año de asedio, i entre otras novedades, despachado al Perú por el vecindario de Santiago el segundo Juan Rodulfo Lisperguer, sobrino del jeneral sacrificado en Boroa i cuya vida íntima i pública hemos contado hace poco, regresó éste, como su turbulento padre Pedro Lisperguer, medio siglo hacia (1609), con un poderoso refuerzo. Venia a la cabeza de éste el ilustre almirante Porter i Casanato, uno de los