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XXXI
HISTORIA DE CHILE

XLVIII.

Despues de desempeñar su ministerio durante cuatro o cinco años en Concepcion (1657-1662), Diego de Rosales fué llamado a desempeñar las funciones mas encumbradas de su órden en el reino, cuales eran las de prelado superior de la vice-provincia, i con este objeto fuéle forzoso trasladarse a Santiago, donde no habia estado jamas, durante treinta años, sino de paso.

XLIX.

Desplegó en su nueva posicion el benemérito jesuita, a pesar de hallarse avanzado en años, una actividad juvenil en el desempeño de sus nuevos deberes, i con tal aplauso de la órden i de la comunidad social, que fué reelecto durante dos períodos. No contento con disponer la reconstruccion de la iglesia, arruinada en el terremoto de 1647, en la forma que dijimos i con los indestructibles muros que tuvo hasta 1864, emprendió la visita de Cuyo, la de Juan Fernandez, cuja isla acababa de ser cedida a la Compañía de Jesús por el maestre de campo de la Frontera Juan Fernandez Rebolledo, homónimo de su descubridor, i por último la de Chiloé, siendo, como Ercilla, el primer provincial de su órden que visitase aquellas apartadas rejiones i en la edad avanzada de 70 años mas o ménos.

L.

Durante su residencia en Mendoza i en San Juan, visitó el valle de Uco, donde existia, segun datos recojidos por el laborioso padre Enrich, una piedra singular con ciertos jeroglíficos que pasaban por escritos por el apóstol Santo Tomas, dejando de esa manera testimonio de haber predicado en aquellas rejiones. El provincial Rosales tuvo el buen sentido de no dar crédito a tal fábula, i mandó la piedra a Europa para que fuera descifrada por los sabios, si tal les era dable. Era éste el cuarto viaje que el buen jesuita hacia a la banda opuesta de la cordillera, i él mismo consigna este hecho, porque refutando la opinion de cierto autor que afirmaba el hecho de arrojar fuego los animales al pasar aquellas montañas, probablemente en razon de la electricidad que envuelve sus cimas, dice estas palabras:—"Cuatro veces he pasado la cordillera, i jamas he visto echar fuego a ninguna cabalgadura, i suelen pasar cuatro o cinco mil vacas i no se ve centella [1].

Citamos este pasaje a propósito, para recordar tambien cuán antiguo es el tráfico de ganados entre nuestro pais i las provincias sub-andinas del Plata.

LI.

Durante los cortos intervalos que su prodijiosa actividad le permitia residir tranquilo en su celda de Santiago, el provincial Rosales mejoró notablemente las rentas de


  1. Historia, L. II, cap. III.