no admite lugar a su desdoro. Aqui podrá entregarse sin rezelo el curioso lector, que en esta floresta amena hallará con perfeccion vinculadas las propriedades naturales que solicita para su lustre una acabada historia; aqui tiene lo ajustado del estilo, que nunca se veneró mas este que quando mas rodado; aqui lo conciso en el dezir, lo claro en el explicar, coronando esta excelencia el lustre de la verdad, que es la Joya de los tiempos, sin que falte lo suave que deleite ni lo doctrinal que enseñe. Aqui tiene el zeloso operario escuela donde aprender; el milite, catedra; el politico, maestros que le adiestren, y todos los que la vieren tienen Universidad donde aprender apurados documentos. Y si entre las nueve Musas se llebó Clio la primada, dándola el primer lugar, porque en retorico estilo supo cantar los hechos memorables, historiando lo vario de los tiempos: Clio gesta canens transactis tempora redit, como la aplaudió el Poeta, oy se merece el autor esta clara preeminencia, pues a sacado a la estampa las memorias valerosas que yacian sepultadas, reviviendo a sus expensas tantos heroycos varones como en ella se contienen. Pintó la antigüedad al Tiempo en forma de un Gigante voraz y destruidor: Tempus edax rerum. Metamorph. 15. Tu que invidiosa Vetustas omnia destruis. Y si como refiere Lyra y lo trahe de los Hebreos (I. Reg. 4) a David se le dió la corona porque animoso le quitó de las manos a Goliad Gigante las tablas de la ley que pretendia destruir: Dicunt Hebrei, quod iste fuit David, qui videns tabulas in manibus Goliat Githei, abstulit de manibus eius, et reportavit eas in Silo, desde oy se debe esta corona al desvelo del autor de aquesta historia, pues con animo denodado emprendió lo que otros solo intentaron en amagos, y a quitado de las manos al tiempo, voraz Gigante, las tablas inmemorables que corrian al olvido, transformándolas en laminas de bronce, donde le eternizarán a dilijencias de la fama. Assi lo siento y juzgo.
Santiago de Chile, 22 de Marzo de 1665.
Con vanidad pudiera haver leydo la Historia general de mi Patria, el Reyno de Chile, que el padre Diego de Rosales, Provincial de la Compañia de Jesus y Califícador del Santo Oficio, ha compuesto en dos tomos, comprehendiendo en el uno la Conquista temporal y en el otro la espiritual de Campiones ilustres, si al rejistrar sus primeras inscripciones y al cerrar sus ultimos periodos no me ubiese embargado el gusto, el empeño a las aclamaciones y la admiracion a la suspension reverente, que esse fué, segun San Ambrosio, el estilo de los sabios del Cielo, prorrumpir en alabanzas al leer el titulo de aquel Libro de Historias sagradas del Apocalipsis y enmudecer reverentes al romper el ultimo sello o al leer el ultimo capitulo de la historia: et cum apervisse sigillus septimus factum est silentius in Cælo, que no se alaba dignamente con palabras lo que no pasó a la admiracion del silencio. Digo que con Vanidad pudiera haver leydo esta Historia que da a conocer a Nuestro Reyno, a quien emulos los tiempos en embidiosa confederacion de elementos han querido confundir desde su cuna, aun sin dejarle vestir los pañales de ojas o cortezas en que la historia suele grabar de pluma sus empresas. Y con correr ya para dos siglos su conquista (primer