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coirón, cléride, gumage, guebal, plapa, yerba-buena, contrayerba, lampazo, avellano, llantén, quilmay, chísigua, hinojo, ral-ral-milén, pulal-pulal, tambrén, radal, anis-loquén, llolluén. chépica, retamilla, poleo, arrayán, vira-vira, pohueldín, calaguala, broquil, espino, guancha, palgún, rudilla, etc., etc., que constituyen la botica araucana, y que asimiladas á la práctica médica de la época colonial, han pasado á incorporarse en gran parte á nuestra farmacopea nacional.


§ III.


Con el nombre de «Colección de algunas plantas medicinales de Chile» [1] existe un manuscrito, sin fecha ni firma, pero por la ortografía y opiniones que desarrolla creemos que lo ha escrito un médico del siglo XVIII. En este opúsculo, que trata sobre hierbas medicinales de uso más corriente é importante entre los naturales, se describe botánica y terapéuticamente las plantas siguientes: cachan-lahuen, fumaria, doradilla, culén, nuaycurú, escorzonera, calaguala, guada-lahuen arrayán, vira-vira y además el aceite ó bálsamo de María, cuyos usos y descripciones apuntamos en el siguiente resúmen:

Cachan-lahuen, de cachan (costado) y lahuen (hierba) es originaria de Chile y fué transportada á España ocupando un lugar en la Farmacopea Matritense.

Los propios indios descubrieron las cualidades medicinales de esta hierba para socorrerse en sus frecuentes enfermedades agudas y dolores de costado á los cuales eran muy propensos, principalmente al sur del territorio. La usaban en infusión caliente, y su virtud es tan valiente que produce al instante un copioso sudor y en pocas horas hace desaparecer el dolor. De aquí se colije, dice el anónimo autor del manuscrito, que la planta es «incidente y resolutiva y al fin un buen diaforético de las linfas que coaguladas y detenidas en los humores de las entrañas forman las inflamaciones.» Los españoles la tomaban en infusión fría en ayunas con el fin de «atemperarse y corregir el acelerado movimiento de la sangre, presumidos de que

  1. Manuscritos originales é inéditos de la Biblioteca de don Benjamín Vicuña Mackenna, en custodia en la Biblioteca Nacional de Santiago—Vol. LXXII—N.° 3.