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HISTORIAS ESTRAORDINARIAS

quedó cerrado por algunos años, hasta que el marido quiso hacer se construyese un sarcófago; ¡qué horrible revelación le aguardaba! Penetra delante de todos en el asilo de la muerte, y no bien abre las hojas de la pesada puerta, cuando un objeto envuelto en un blanco lienzo, cae en sus brazos con un ruido lúgubre. Era el esqueleto de su mujer, encerrado en los pedazos de la mortaja.

Examinado todo luego con minuciosidad, no quedó duda de que la desgraciada debió volver en sí, uno ó dos dias después de su entierro, y con los esfuerzos hechos al tornar á la vida, cayóse el féretro desde una especie de nicho ó cornisa en que estaba colocado, y se rompió contra el pavimento; de suerte que la infeliz, hubo de verse libre así, de la caja en que la encerraron.

En los primeros peldaños de la estrecha escalera por donde se bajaba al tenebroso recinto, yacía un trozo grande de la caja, del cual debió servirse probablemente la mujer del abogado, con la loca esperanza de batir en brecha aquella firmísima puerta, ó con el más acertado fin de llamar la atención.. Allí debió desmayarse, á no dudarlo, de cansancio y morir á poco de terror y de hambre. Enganchado el lienzo de la mortaja á un saliente cualquiera del herraje, pudrióse de pié y quedó de aquella manera, colgada á la puerta de su tumba.

Otro caso de inhumación prematura, ocurrido en 1810, demuestra que muchas veces la fábula,