hoy en estas páginas el recuerdo de mis primeros años de inefable miseria y de irremisible crimen. Este período reciente de mi vida ha llegado repentinamente á una altura de infamia de la cual quiero simplemente determinar el origen. Este es por el momento mi solo fin. Los hombres, en general, suelen ser viles por grados. Pero yo, toda virtud se desprendió de mí en un minuto, de un solo golpe, como una capa.
De una perversidad relativamente ordinaria, he pasado, por un paso de gigante á las enormidades más que heliogabálicas. Permitidme contar de corrido qué lance, qué único accidente ha acarreado esta maldicion. La Muerte se aproxima, y la sombra que la precede ha arrojado una influencia calmante sobre mi corazón. Suspiro, pasando á través del sombrío valle de la simpatía, iba á decir la compasion, de mis semejantes. Querría persuadirles que he sido en algún modo el esclavo de circunstancias que desafian toda la crítica humana. Desearía que descubriesen para mí en los detalles que voy á darles, algún pequeño oasis de fatalidad en un Saharah de error. Yo querría que me otorgasen, lo que no pueden rehusar de otorgar, que, aunque este mundo haya conocido grandes tentaciones, nunca el hombre ha sido hasta aquí tentado de esta manera, y ciertamente, nunca ha sucumbido de este modo. ¿Es, pues, por esto, por lo que no ha conocido nunca sufrimientos iguales? En verdad no he vivido yo en un sueño? ¿Es que yo