justificarnos de cuantos disgustos le hubiéramos podido causar á ella en particular, momia lllamada Allamistákeo: concluyó, pues, insinuando, por que no fué mas que una insinuacion, que supuesto hallarse todas estas cuestiones incidentales suficientemente aclaradas, podia procederse al exámen proyectado. Al oir esto el doctor Ponnonner aprestó sus instrumentos.
Relativamente á las últimas especies, vertidas por el orador, parecía que Allamistákeo tenia ciertos escrúpulos de conciencia, de cuya naturaleza no estoy suficientemente enterado; pero muestráse de tal manera satisfecho de nuestras justificaciones y escusas, que bajándose de la mesa, diónos á todos el más amistoso y cordial apreton de manos.
Finalizada esta ceremonia fué nuestro primer cuidado reparar el daño, causado por el escalpelo en la persona de nuestro nuevo amigo. Se le cosió la herida de la sien; se le vendó el pié y le pegamos una pulgada cuadrada de tafetan inglés en la punta de la nariz.
Entonces notamos que al conde—tal era al parecer el título de Allamistákeo—le daban algunos ligeros escalofrios á causa del clima, sin duda alguna. El doctor fué inmediatamente á su guarda-ropa, y bien pronto se nos apareció con un frac negro, un pantalon de tartan azul celeste con medias, una camisa de color de rosa de algodon estampado, un chaleco de brocado, un gaban ó saco blanco, un baston de pico de cuervo,