Me escitaron un profundo interés, y quizás mi delirio, que comenzaba, fuese la causa de ello; me escitaron un profundo interés estas pinturas que estaban colgadas no solamente sobre las principales paredes, sino también en una porcion de escondrijos que la arquitectura caprichosa del castillo hacia inevitables; si bien ordené á Pedro cerrar los pesados postigos del salon., pues ya era hora avanzada; encender un gran candelabro de muchos mecheros, colocado al lado de mi cabecera y abrir completamente las cortinas de negro terciopelo, guarnecidas de faralaes que rodeaban el lecho. Deseaba que esto se hiciese así, para que pudiese al menos, si no reconciliaba el sueño, distraerme alternativamente con la contemplacion de estas pinturas, y por la lectura de un pequeño volúmen que había encontrado sobre la almohada y que contenía su crítica y su análisis.
Leí largo tiempo, largo tiempo; contemplé religiosa, devotamente; las horas huyeron, rápidas y gloriosas, y la profunda media noche llegó. La posicion del candelabro me incomodaba, y estendiendo la mano con dificultad para no turbar á mi adormecido criado, lo coloqué de modo que arrojase la luz de lleno sobre el libro.
Pero esta accion produjo un efecto completamente inesperado. La luz de las numerosas bujías (que tenia muchas) cayeron entonces sobre un nicho del salon que una de las columnas