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HISTORIAS ESTRAORDINARIAS

å analizar mi situacion. Llevé las manos una tras otra delante de los ojos, y tratando admirado de dar con la causa de la hinchazon de las venas y el horrible ennegrecimiento de las uñas: despues examiné cuidadosamente la cabeza, sacudiéndola repetidas veces y palpándola con minuciosa atencion, hasta que por fin me persuadi de que felizmente no tenia el tamaño de globo, tal cual horrorizado llegué á imaginar: luego, con la costumbre de quien conoce perfectamente el lugar ocupado por sus bolsillos, palpé tambien los del pantalon y reparé habia perdido mi libro de apuntes y mi palillero; mas no pudiendo lograr darme razon de esta desaparicion, sentí un disgusto inesplicable. Parecióme entonces que tenia un dolor muy vivo en el empeine del pié izquierdo, y aunque confusa y vagamente comenzó á pintarse en mi entendimiento la conciencia de mi situacion. Lo raro es que no esperimente admiracion ni terror; y si alguna emocion pasó por mí, fué la de una especie de satisfaccion ó de complacencia, pensando en la destreza que tendria que desplegar para salir de situacion tan estraña; porque ni por un solo instante me asaltó la idea de la muerte. Permanecí algunos minutos sumido en profunda meditacion, y hasta recuerdo perfectamente, que más de una vez apreté los lábios, coloqué el índice á un lado de la nariz, y hasta gesticulé de la misma manera que suele hacerlo una persona cómodamente arrellanada en un sillon cuando medita