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Página:Historias extraordinarias (1887).pdf/161

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En el Maelstrom

minuto después renegué de mi locura por haber abrigado semejante ilusión, pues vi claramente que estábamos condenados, aunque nuestro buque hubiera sido cuatro veces mayor.

En aquel momento el primer furor de la tempestad había pasado, ó tal vez no la sentíamos tanto porque huíamos de ella; pero de todos modos, el mar, dominado al principio por el viento, elevábase ahora espumoso, formando verdaderas montañas; en el cielo se habia producido también un cambio singular: al rededor de nosotros, en todas direcciones, estaba siempre negro como la pez; pero casi sobre nuestras cabezas veíase un espacio circular, de color claro que jamás había visto, y de un azul oscuro; á través de aquel espacio, la luna llena despedía un brillo singular, iluminando todas las cosas al rededor de nosotros; pero ¡gran Dios, qué escena iluminaba!

Hice un esfuerzo para hablar á mi hermano, mas el estrépito se había acrecentado de tal manera, sin que yo pudiese explicarme cómo, que no me fué posible hacerle comprender una sola palabra, aunque gritaba con toda la fuerza de mis pulmones. De repente movió la cabeza, su rostro se cubrió de palidez mortal, y le ví levantar un dedo, como para decirme: ¡Escucha!

Al punto no comprendí lo que quería decir, pero muy pronto cruzó por mi mente una idea horrible; saqué el reloj del bolsillo y vi que no andaba; y al mirar la esfera á la luz de la luna, no pude contener las lágrimas y arrojéle al mar. ¡Se habia parado á las siete; habiamos dejado pasar la tregua de la marea, y el torbellino del Strom se agitaba entonces con toda su furia!

Cuando un buque está bien construído y debidamente equipado, sin llevar demasiada carga, las olas, si sopla una fuerte brisa mar adentro, parecen escapar siempre por debajo de la quilla, lo cual es seguramente extraño para los que no conocen la navegación, y