Ir al contenido

Página:Historias extraordinarias (1887).pdf/169

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
167
En el Maelstrom

vo en mi poder para que comprendiera lo que me proponía intentar. Parecióme que al fin adivinó mi designio; pero fuera ó no así, movió la cabeza con expresión desesperada y no quiso abandonar su puesto; era imposible apoderarme de él, pues el caso no permitía la menor dilación; y asi es que con la más amarga angustia le abandoné á su destino. Atado á la barrica con el cable, y sin vacilar un momento más, precipitéme en el mar.

El resultado fué precisamente lo que yo esperaba: como soy yo mismo quien le refiere esta historia, pudiendo usted ver que me he salvado; y como conoce ya de qué medio me vali, facil le será deducir todo lo que me resta decirle, por lo cual abreviaré el relato, pasando á la conclusión..

Habría transcurrido una hora, poco más o menos, desde que abandoné el barco, cuando ví que éste, habiendo descendido á una inmensa distancia, dió seguidamente tres ó cuatro vueltas precipitadas, y arrastrando á mi hermano querido, picó con la proa en el centro del caos de espuma, desapareciendo para siempre. Mi barril flotaba casi á medio camino de la distancia que separaba el fondo del abismo del paraje donde me arrojé al agua, cuando se produjo de pronto un gran cambio en el carácter del torbellino. La pendiente de las paredes del inmenso embudo comenzó á tener menos declive; las evoluciones del torbellino disminuyeron en rapidez poco a poco, la espuma y el arco iris desaparecieron, y el fondo del abismo pareció elevarse lentamente.

El cielo estaba sereno, el viento había cesado, y la luna llena ocultabase radiante por el oeste, cuando me hallé en la superficie del Océano, teniendo á la vista la costa de Lofoden, sobre el sitio donde antes estaba el torbellino del Moskoe—Strom. Era la hora de la calma, pero se elevaba siempre, formando enormes