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Acta Apostolicae Sedis - Commentario Oficial

Por lo tanto, en este magnífico coro de tanta gente buena, no debemos en ningún modo faltar, sino más bien presidirlo, pues corresponde principalmente a la Iglesia, que era su madre, el derecho de llamarle suyo a Dante. En consecuencia, así como al comienzo de nuestro pontificado promovimos , con una carta dirigida al arzobispo de Rávena la restauración del templo donde descansan las cenizas de Alighieri, así ahora, al iniciarse el ciclo de las conmemoraciones centenarias, Nos ha parecido apropiado dirigir la palabra a todos vosotros, amados hijos, que cultiváis las letras bajo la vigilancia materna de la Iglesia, para mostrar aún mejor la íntima unión de Dante con esta Cátedra de Pedro, y cómo el elogio dado a un nombre tan excelso necesariamente redunda en no pequeña parte en honor a la fe católica.

En primer lugar, dado que nuestro Poeta durante toda su vida profesó la religión católica de una manera ejemplar, se puede decir que es conforme con sus deseos que esta solemne conmemoración, se haga bajo los auspicios de la religión, tal como se hará en San Francisco de Ravena; sin embargo, comenzará en Florencia, en su bellísimo templo de San Juan, al que, en los últimos años de su vida, exiliado, dirigía su pensamiento con intensa nostalgia, anhelando y suspirando ser coronado poeta en la misma fuente donde, de niño, había sido bautizado. — Nacido en una era en la que florecieron los estudios filosóficos y teológicos gracias a los doctores escolásticos, que recopilaron los mejores trabajos de los antiguos y los entregaron a la posteridad después de haberlos ilustrado según su método, Dante, en medio de las diversas corrientes de pensamiento, se hizo discípulo del Príncipe de la Escolástica, Tomás de Aquino; y de su mente de temple angelical extrajo casi todo su conocimiento filosófico y teológico, mientras que no descuidó ninguna rama del conocimiento humano y bebió ampliamente de las fuentes de la Sagrada Escritura y de los Padres. Después de haber aprendido casi todo el conocimiento, y especialmente alimentado por la sabiduría cristiana,