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EPISTOLA

que el Estado debe prevalecer sobre ella y que el poder civil debe prevalecer sobre el poder espiritual. De esta doctrina falsa y perniciosa repetidamente condenada por Sede Apostólicas, resultan muchos males, sobre todo cuando lleva a los gobernadores de los asuntos civiles a intervenir en lo que corresponde a la Iglesia. Lo comprobáis en materia de beneficios eclesiásticos, respecto de ellos se atribuyen la facultad de dar y retirar el derecho a recibir los frutos a su arbitrio. Lo que no es menos insidioso es cómo meditan para seducir al bajo clero con sus promesas. Es fácil entender de qué se trata todo esto, ya que los propios autores de estos diseños no se molestan en ocultar sus objetivos. De hecho, con este modo insinuante quieren hacer que los ministros del culto los apoyen, para luego poder distraerlos, una vez involucrados en el nuevo orden de cosas, del respeto debido a la autoridad legítima. Pero en esto parece que no conocen suficientemente la virtud de nuestros sacerdotes, quienes, probados durante mucho tiempo y de tantas maneras diferentes, siempre han dado luminosos ejemplos de integridad y de fe, para que se pueda esperar, con la ayuda de Dios, y cualquiera que sea la dificultad de los tiempos, que perseveren con firmeza en sus deberes religiosos. Pero por lo que hemos indicado rápidamente, es fácil ver lo que la secta de los masones puede hacer y al mismo tiempo cuál es el objetivo final al que aspira. Lo que aumenta el mal, lo que no podemos considerar sin una viva angustia del alma, es que hay muchas personas, incluso en nuestro país, a quienes el interés o una ambición miserable los ha impulsado a unirse a la secta o a prestarle su propia ayuda. Así las cosas, Venerables hermanos, acudimos a vuestra caridad episcopal, como dicta vuestro deber en conciencia, y os pedimos ante todo que os propongáis la salvación de aquellos que os hemos indicado; que vuestro celo sea desplegado asidua y constantemente para arrebatarlos del error y de la perdición cierta. Ciertamente, si se examina la naturaleza de la secta masónica, se ve cuán difícil es lograr liberar de sus ataduras a quienes han caído en ella; pero no debemos desesperar de la salvación de nadie, ya que es admirable la fuerza de la caridad apostólica que, con la gracia de Dios, domina y dirige la voluntad misma de los hombres.

Además de esto, es necesario estar vigilantes en cada ocasión para sanar el espíritu de quien ha pecado por pusilanimidad, es decir, de quien, más que por mal instinto, se deja arrastrar por la debilidad de espíritu y la falta. de asesoramiento, para favorecer las empresas masónicas. Las palabras de Félix III, Nuestro Predecesor, son muy serias a este respecto: No resistir al error es aprobarlo... La verdad que no se defiende, se traiciona...