Esta página ha sido corregida
Oh, cien soles se alzaron por el lado de oriente,
Oh, cien ríos corrieron por la misma pendiente,
Oh, cien lunas de plata brillaron en el cielo
Y cien altas montañas emprendieron el vuelo.
Abrí los brazos: tuve la divina locura
De tocar con mis dedos las cosas de la altura.
Abrí los ojos: tuve la divina tristeza
De beber con los ojos la celeste belleza.
Lloré, lloré sin tregua; grité: Corazón mío,
Detente en el camino que lleva al desvarío;
Pero el corazón mío fué una gota de cera...
Dios. ¿Qué pudo esa gota contra la primavera?...
Fiero amor: en tus manos yo he soltado mi vida;
Acógela. Paloma que se posa rendida
En las garras sangrientas, ya no bate las alas:
Muere de lo que vive; vive de lo que exhalas.
112—