136 PANORAMAS DE LA VIDA
constante necesidad de espansion; y cuando no habla, canta.
Asi pasamos delante del cementerio, donde en aquel momento estaban sepultando á los que en el combate murieron; y atravesamos el Portezuelo, especie de abra entre las vertientes del San Bernardo, desde donde se divisa la ciudad, y se la pierde de vista al dejarla.
Allí quedaba Salta con mis alegrías del presente y los recuerdos del pasado. Detrás de esa abra, alzábase un horizonte desconocido: ¿Qué habia mas allá de sus azules lontananzas ? ....
El ruido seco de un eslabon, chocando contra el pedernal, me despertó de la abstracción en que yacía.
Uno de mis compañeros hacía fuego y encendía su cigarro. El otro lo imitó.
—O0h! señores—exclamé—perdon por la enfadosa compañía que vengo haciendo á ustedes, pues ¿no estoy embargada en lúgubres meditaciones en vez de extasiarme ante este hermoso paisaje, animado por la dorada luz de esta bella alborada? Pero toda falta tiene enmienda; y para rescatar la mia, voy á obsequiar á Vdes. un trozo de música que será de su agrado.
Y preocupada todavia por la memoria del infortunado amante de Carmela, canté « ¡O bell alma ennamorata! »—dando el pesar á mi voz un acento