“456 PANORAMAS DE LA VIDA
Era la pobre madre que huía de su tirano.
La voz que hablaba tornábase de mas en mas sombría. Yo la escuchaba aterrada, adivinando las peripecias de un horrible drama.
—La pobre fugitiva—continuó el invisible narrador —caminó largo tiempo sin detenerse, insensible al cansancio y á los terrores de la noche. Un solo sentimiento la preocupaba, y aguijoneaba sus pasos como la lanza de un enemigo: el temor de volver otra vez al poder de su amo.
Hácia el amanecer, y cuando abrumada de fatiga, buscaba con la vista algun hueco de peña ó un matorral donde agazaparse y descansar, el lijero chirrido de una tropa de carretas llegó á su oído, y la advirtió que el camino real no estaba léjos.
La infeliz cobró ánimo y se dirijió hácia el lado de donde el ruido venia.
En efecto, poco despues divisó la tropa, que cargada de efectos de ultramar, dirigíase á Salta.
La fugitiva fué á caer á los piés del capataz; le refirió sus infortunios, y le pidió por el amor de Dios que la amparase dándole un asilo.
Dióselo aquel buen hombre compadecido de la desgraciada madre, y la ocultó con su niño en el fondo de una carreta, de donde quitado un cajon dejaron un espacio con aire y luz provenientes de