PEREGRINACIONES 25
—Encerrarse! . . . . Y ¿qué tiene de comun el encierro con la partida del vapor ?
—Quiero recogerme para seguirlo en espíritu, sentada en su honda estela.
—Si? ah! ah! ah! .... Desde aquí estoy viendo á la niña hecha toda una gaviota. mecida por el oleaje tumultuoso que tras sí deja el vapor!
—Pues, quisiera en verdad que usted me viese: por que, siempre en espíritu, por supuesto, pienso engalanarme ; echar al viento una larga cola; inflar mi flacura con ahuecadas sobrefaldas; ostentar estos rizos que Dios crió. bajo el ala de un coqueto sombrerillo, y calzar unas botitas de altos tacones. Luego, un delicado guante, un saquito de piel de Rusia. un velo, á la vezsombroso y trasparente: sobre una capa de cosmético, otra de polvos de arroz. un poco de esfuerzo para enderezar el cuerpo, y usted con toda su ciencia. no reconoceria á su enferma.
—$i? Pobrecita! . . . . Aunque se ocultara usted bajo la capucha de un cartujo, habia de reconocerla. Que disfraz resistió nunca á mi visual perspicacia . ..
Porlo demás, en las regiones del espíritu, nada tengo que ver. Viage usted cuanto quiera; échese encima la carga descomunal de colas, sobre faldas, lazos y sacos; empínese á su sabor sobre enormes tacos, y dese á correr por esos mundos. Pero en lo que tiene relacion con esta personalidad material de