JUEZ Y VERDUGO 303
XII
El áspid entre las flores
Expléndida alborada — exclamó el coronel, contemplando el sol que comenzaba á levantarse entre las lijeras nieblas de la mañana—Señores, en marcha! Tendremos un hermoso dia.
Y la alegre cabalgata partió seguida de sus perros, en gozosa algazara, perdiéndose luego en los recodos de las quebradas sombreadas de matorrales, donde tienen su guarida los leopardos.
Bello era, en efecto, aquel dia, uno de los últimos de febrero. Los árboles agobiados con el peso de sus frutos, inclinaban las vencidas ramas sobre los floridos setos; rebaños de blancas ovejas y pintadas vacas pacian mezcladas la tupida grama de los prados; las cigarras chillaban entre la yerba, y bandadas de aves cruzaban cantando, el azul purísimo del cielo.
Dos jóvenes vestidas de blanco y cubierta la cabeza con graciosos sombreritos, aparecieron de repente, como para completar la belleza del paisage.
Cogidas del brazo y platicando á media voz, seguian un sendero que serpeaba á la vera de un arroyo, entre matas de salvia y morados heliotropos, que ellas cosechaban formando ramilletes matizados