JUEZ Y VERDUGO 309
Bruno se levantó radioso, terrible.
—Ordena!—exclamó — dí, qué crímen es necesario para apresurar esa hora de ventura ?
Inés puso un pliego de papel y un lápiz sobre las rodillas de Aura; y arrancando de su cartera una pájina, diósela ú Bruno, que despues de leerla, se acercó á esta, y fijó en su frente una profunda mirada.
—Aura!—dijo, tocando la mano fria é inerte de la jóven.
Aura se estremeció.
—Aura!
—Te escucho—respondió con voz débil.
—Duermes ?
—-Sí.
—Con el sueño magnético?
—Lúcido ?
—Sí.
—Lee esta carta. — Y puso ante los párpados cerrados de Aura la pájina que Inés habia arrancado de su cartera.
La sonámbula leyó automáticamente, sin infleccion alguna en la voz:
—+« Luis! yo no puedo soportar por mas tienpo el horrible tormento que me impones! fingir amor á un hombre que aborrezco! disimular! mentir á todas horas! Ah! nuestros cortos momentos de