PEREGRINACIONES 33
vorágine que arrebataba el alma en Ja hora postrera
. « . - Hundida, y como sepultada en mi asiento, me habia desmayado.
El brusco movimiento impreso por la máquina al detenerse. me despertó del anonadamiento en que yacía.
Nos hallábamos en frente de Bella-vista: la puerta del wagon estaba abierta. y varias personas habian entrado y tomado asiento.
Un jóven listo y bullicioso que subió el último vino á sentarse cerca de mí, restregándose las manos con aire contento.
—¿Cómo es esto, Alfredo, le dijo al paso uno de los que entraran primero; hace un momento que te dejé tendido en cama. tiritando de terciana, y ahora aquí ?
—¿ Quién tiene terciana, cuándo hay esta noche concierto ? respondió aquel, pálido aun y enjugando en su frente gruesas gotas de sudor.
Estas palabras me hicieron avergonzar de mi cobarde postracion.
—Pues que este ha vencido el mal por la esperanza del placer, por que no lo venceré yo en busca del mayor de los bienes : la salud ?
Dije, y enderezándome con denuedo, sacudí la
cabeza, para arrojar los postreros restos de 3