EL POZO DFL YOCC1 73
adelantó, solo hácia el viejo guerrero.—Paso! exclamó con acento breve y resuelto—paso! mi general, porque es forzoso que yo persiga á esos bandoleros, que los alcance y los extermine, vive Dios, ó que deje en sus manos mi vida. ¿Sabe V. quienes son los cautivos que á esta hora arrastran en pos suya, atados quizáá la cola de sus potros? Los seres que mas amo en este mundo; mi padre adoptivo, su hija, mi desposada, la elejida de mi corazon. Cada minuto que pase es un crímen para mí; un peligro mas para ellos . . . . Paso, general!
—Hola, gritó Braun, con severo acento volviéndose á la guardia—detened á ese hombre; conduzcásele á su tienda y que se le guarde con centinela de vista.
En cuanto á Vds., señores—continuó, dirijiéndose á los demás revoltosos—exíjoles la promesa de renunciar á esa locura, y reservar su valentía para las numerosas batallas que tendremos que dar hasta que hayamos dado cima á la grandiosa obra de la confederacion Perú-boliviana.
Forzado á ceder, Castro entregó su espada; pero murmurando con voz sorda :
—Tanto mejor!
Sus camaradas otorgaron tambien la promesa exijida y se retiraron cabizbajos, y al parecer resignados.