388 PANORAMAS DE LA VIDA
te diré: vete en paz, porque desde hoy la paz habrá huido de tu alma; pero si te digo; aléjate y no vuelvas; porque la sombra que quieres iluminar, oculta abismos que te darán el vértigo del
espanto. Y el viejo indio, inmóvil como la roca que le daba
asiento, nos siguió con una dolorosa mirada hasta que hubimos dejado la cueva.
El acento de la jóven se habia vuelto tan ' triste, que su compañera, á pesar de su picante turbulencia, escuchaba esta fantástica historia en un profundo silencio.
—A] trasponer el grupo de molles que ocultaban la caverna, continuó la jóven—mi madre aspiró con ansia el aire puro de la montaña; suspiró como aliviada de un grave peso, y sus piés, antes débiles y tardos, marcharon con lijereza y seguridad sobre el borde escarpado de los precipicios. De vez en cuando deteníase para mirar la misteriosa redoma que llevaba escondida en su seno, y una sonrisa de esperanza vagaba en sus lábios. En el corto espacio de una hora, aquel cuerpo desfallecido se habia transfigurado.
Pero esta animacion, ese alivio que yo habia venido á buscar para ella, y que habría pagado á precio de mi vida, derramaban ahora en mi alma una dolorosa inquietud; por que comprendí que los